Mas saludos navideños y una meditacion



El P . Enrique, la Prof. Clara Cortazar y al comunidad de la Iglesia Ortodoxa de Buenos Aires "San Martín de Tours" nos acercan esta sentida meditación para estas festividades que se avecinan:

En las Vísperas de la Noche de Navidad invocaremos a nuestro Señor Jesucristo por su séptimo Nombre Divino: ¡Oh Emanu-El!, es decir: Dios con nosotros (Is.7, 14). Y como un eco que evoca la palabra del profeta Isaías, nuestros cantos se multiplicarán durante la Santa Noche de Navidad, celebrando este Nombre misterioso que manifiesta el deseo de Dios, su incomprensible iniciativa de convivir con nosotros.

Dios Se hizo hombre aceptando nuestros términos de hospitalidad. El apóstol Juan lo indica en su Evangelio: Vino a lo suyo y los suyos no Lo recibieron. A todos los que Lo recibieron, les da poder de hacerse hijos de Dios…(Jn.1, 11-12).

El Señor vino y viene a los suyos para construir un nosotros que muchos todavía no entendemos. Hay demasiado “yo” en nuestros actos, una cierta avaricia que nos impide darle todo al Señor, y al prójimo, la mitad del amor a nosotros mismos.

Entonces, el punto de partida de este nosotros es aprender el don, la ofrenda, cediendo al desapego de lo que no somos pero que permanece adherido tozudamente a lo que imaginamos ser.

Tampoco el nosotros que viene de Dios se cultiva sembrando el “yo” colectivo que intenta expandirse en un “nosotros” excluyente. No es necesario atrincherarse en las afinidades personales si cultivamos ante todo la afinidad con el Señor, porque en Él las diferencias son un coro que le canta a Dios en una sinfonía armoniosa de voces disonantes.

El nosotros de Dios es el tú correspondido que nos hace ser los suyos que Lo recibieron. Le damos la bienvenida al Señor con los pies, el corazón, las manos y la boca, participando entusiasmados de su consuelo, que nos despierta a la tarea de construir sin abandonos ni disminuciones el espacio de Reino que nos es solicitado.

¿Y cómo rectificamos el camino del Señor enderezando sus senderos (Lc.3, 4)? ¿Cómo recibirlo definitivamente para recibir el poder de hacernos hijos de Dios? Haciendo las palabras del Ángel cuando nos anuncia el nacimiento del Cristo: ¡Gloria a Dios en las alturas!¡En la tierra paz! ¡A los hombres, su voluntad bienamante! (Lc.2, 14).

¿Qué nos dicen estas palabras proféticas? Que este nosotros se construye ante todo dando gloria al Reino de Dios, sembrando la paz en la tierra del mundo, de las comunidades y de nosotros mismos, haciendo la voluntad bienamante del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

¡Que la celebración de esta Navidad sea la construcción renovada de “nosotros con Dios”, el cumplimiento de las palabras del salmo que cantamos todos los domingos en los laudes: Sabed que el Señor solo es Dios, Él nos hizo y nosotros somos suyos, su pueblo y las ovejas de su rebaño (Sal.100, 3)!

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